12 marzo 2021

Mi muy estimada hermana:

     Lamento el retraso en esta misiva, pero, como sabes, cuando llega la primavera me siento pletórica y me da por no dormir. Un suceso que mina mi carácter y mi productividad. Por suerte, esta situación dura apenas unos días y tus (insistentes) llamadas, mensajes, preguntas y peticiones han funcionado mucho mejor que todas las infusiones de amapola, melisa y espino blanco ¡El miedo, qué gran motivador!

     He sabido que en estas últimas semanas tu trabajo como asesora se ha disparado. Que los clientes están muy felices pues, y cito literalmente, «les has devuelto la fe en su empresa». Mi enhorabuena. Lástima que cuando tomen las riendas de su negocio ya no precisen de tus servicios. Dime, hermana, ¿acaso has pensado en ello? ¿Dónde terminarás si todos los pequeños empresarios conseguimos tomar el control? ¿Si ya no te necesitamos? El éxito de tu trabajo es justamente su condena.

     No obstante, no quiero generarte más ansiedad. Termino respondiéndote a las dudas sobre la coma así como el uso del punto y coma. Respecto a la primera, en tu fragmento «Pero consiguieron salir adelante, con su entusiasmo, optimismo, y la ayuda de grandes mentores», en realidad tienes dos comas criminales: la primera de ellas tras «adelante», porque rompe la subordinación; la segunda (por la que preguntabas) tras «optimismo», porque esa y indica el final de una enumeración y no precisa coma. En cuanto al punto y coma, solo me cabe decirte que es un signo confuso, pero bien utilizado indica excelencia. Mi recomendación es que lo uses con moderación, como la pimienta; en su justa medida el guiso resultará excelente; si te pasas, picará en los ojos. 

Me despido ya, pues las redes sociales no perdonan la elocuencia.

Tu hermana (preferida),

S.