30 enero 2021

 

Querida hermana,

     Este lío pandémico ha trastocado mi plan de distribución y marketing, así que llevo unas semanas bloqueada, paralizada. No sé qué hacer. Una no sabe qué pasa, las noticias hablan del fin del mundo, pero las terrazas de mi barrio están a rebosar hasta el toque de queda; no se siente la crisis económica de la radio, los periódicos, la televisión; sin embargo, sé, que ahí está.

     En cualquier caso, como te decía, mis planes de distribución y mi idea de negocio se encuentran estancados. Ahora, resuenan en mi cabeza los consejos de cualquier gurú del emprendimiento (les he leído a casi todos): reinvéntate, busca oportunidades en las fatalidades, un fracaso es siempre una oportunidad. ¿Cómo no creerles? casi todos han sufrido en sus carnes el fracaso, lo han perdido todo: miles de euros, amigos, socios…, vamos un desastre. Pero consiguieron salir adelante, con su entusiasmo, optimismo, y la ayuda de grandes mentores. Y al final de la desgracia, se han convertido en apóstoles caritativos que comparten su experiencia y aprendizaje (algunos con apenas 30 años) gratuitamente; para insuflarte que todo está en tu mano, que tú (si quieres) puedes.

     Además, si sientes que solo no eres capaz, existe la posibilidad de contratarlos por un módico precio de cuatro cifras, para que te digan lo que ya sabes: que tu empresa está hecha unos zorros, y te cubran con un montón de excels, diagramas y procesos que no identificas con tu negocio.

     De momento, hasta que encuentre el entusiasmo y optimismo reclamado, seguiré con mis hábitos Sampedranos (así los he denominado, en honor a Jose Luis Sampedro): lectura y pequeños paseos de chocolate caliente, levantarme al alba, ya sabes que tengo una mente madrugadora, y agarrar con fuerza la idea que se haya hecho más fuerte.

E.