07 mayo 2021

Mi hermana:

Anonadada me dejas. No solo por el optimismo y el entusiasmo que derrochan tus palabras (por cierto, muy bien puntuadas), sino por descubrir que existe una editora, o ex-editora, con el ánimo de comenzar un nuevo proyecto empresarial; créeme, eso me da esperanzas, es como si me confirmaras la existencia de la vida después de la muerte.

Que además pretenda enmendar sus errores sin echar balones fuera, me asombra y maravilla, especialmente en estos tiempos donde cualquier otro es responsable de nuestros actos. Dices que quiere reconciliarse con la contabilidad, ¿se puede tener una buena relación con unos números tan molestos y funestos como los contables? Creía que si uno no había cursado la carrera de contable (que siempre imaginé impartiéndose en una especie de galera) no debería llevar las cuentas de su empresa. Cuando uno se hace empresario, como tú lo llamas, yo prefiero el término de “mísero aspiracional”, está demasiado embotado en su oficio, por lo que no me parecía descabellado dejar que otros se encargaran de las tareas más repetitivas.

Ah, sí, lo veo, ahora estás asintiendo tantas veces necesarias porque digo eso de: «yo solo quiero hacer mis cosas, por qué tengo que estar preocupándome de esto». Pero lee con atención, en realidad matizo, lo que expongo es: «yo solo quiero hacer mis cosas, ¿hay alguien que pueda hacer esto por mí?». Sea cual sea la respuesta, te agradecería que la desarrollaras en la siguiente misiva; así quizás, como la editora, también yo resucite.

Termino aquí. Disculpa mi escueta despedida, tu abusivo límite de palabras me obliga.

S.

P.d. (Observa que he utilizado un guion para separar el prefijo “ex”, no debiera ser así, pero he hecho una excepción pensando que la unión podría dificultar su lectura. Como tu contabilidad, la gramática es una herramienta que debe estar al servicio de la comunicación, nunca al revés).